martes, 23 de diciembre de 2008
V de Vendetta
Dentro de un mundo ficticio situado en una hipotética Inglaterra de finales de los noventa, Alan Moore nos muestra un planeta desolado tras la tercera guerra mundial. Nos plantea un estado basado en nuestro pasado reciente, la invasión nazi de Europa. Esta vez, tras el caos de la guerra, un régimen autoritario y policial se instaurará en Inglaterra. Desde ese preciso momento todo estará controlado por la persona a la que llaman Destino. Cada ciudadano será vigilado, todos sus gestos quedarán grabados por una cámara y sus conversaciones serán conocidas a través de micrófonos. En esta sociedad cuadriculada la sumisión reina de un modo preocupante. Mientras tanto en las altas esferas, los miembros con poder conspiran y vemos como todo esta podrido. Dentro de este teatro lamentable aparece un personaje que hará despertar las mentes adormecidas, se trata de V, un terrorista romántico, defensor de unos ideales de justicia olvidados hace tiempo. Pronto se convertirá en el principal objetivo del gobierno, lo ven como una seria amenaza para su privilegiada posición. Este mítico personaje será un desconocido, un ser que oculta su rostro tras una máscara, y como dice en alguna ocasión, detrás de ella no hay una persona, hay una idea. La historia esta dividida en tres partes, además tenemos capítulos cortos. Cada capítulo supone una pequeña historia, llena de intensidad y la filosofía particular de V. Pretende destruir el actual sistema y sobre sus ruinas empezar a construir el futuro, en el que la libertad sea fundamental y que dentro de esa libertad se pueda conseguir un orden bajo el cual nadie pueda ejercer su poder sobre los demás. Parece una utopía, es prácticamente imposible conociendo la esencia del ser humano, de ahí ese romanticismo que parece sacado de otra época. Habla sin tapujos de anarquía, una anarquía bien entendida, sin energúmenos violentos que aprovechen la situación, un nuevo orden que solo puede ser representado en un cómic, pues en la realidad es más que imposible. Así, reflexión tras reflexión va transcurriendo la historia, con un ritmo constante, lleno de metáforas, desde el punto de vista de un idealista soñador, un justiciero en plena cruzada contra el destino. El guión es francamente bueno, te despierta los sentidos, además que los personajes son muy personales, cada uno esta hecho a si mismo, unos se dejan llevar por la corriente, el protagonista, por su parte, se rebela y luchará. No pedirá que la gente le acompañe, simplemente les despertará de una pesadilla e intentará sacarles de la prisión en la que viven. El guión esta muy bien acompañado del dibujo de David Lloyd, bastante realista y oscuro, sin escrúpulos y bastante explícito. Saca partido de cada viñeta y de cada personaje, mostrando sus emociones de una manera eficaz. El ritmo es bastante uniforme, siempre con una tensión muy marcada, aún así vemos momentos en los que la emoción se desborda y los transgresores hechos impactan, como los asesinatos de la gente que estuvo en el campo de reasentamiento, uno a uno van cayendo y acompañando a cada muerte una rosa. Luego tenemos el impresionante capítulo en que habla con la estatua que representa a la justicia, se sincera con la que denominaba antigua amante, justo antes de hacerla estallar. Y como no, uno de los puntos más transgresores y especiales, cuando relata la vida de Valerie, una mujer que prefirió morir antes que perder su dignidad. Y por fin llega el final, un final dramático para nuestro romántico salvador, muere la persona, pero no sus ideas.
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