martes, 23 de diciembre de 2008

Superman: Fin de siglo


Stuart Immonen se encarga de dar vida a este ameno relato de aventuras de Superman llamado Fin de siglo. Esta vez se ocupará tanto del dibujo como del guión. En el apartado artístico tenemos un trabajo marca de la casa, con un realismo muy personal, sobre todo cuando representa tiempos pretéritos, con unos tonos sepia que contrastan con el color más clásico del cómic cuando la escena ocurre en el presente. El guión es interesante, aunque tiene algunas fisuras al ser poco verosímil. Pero una vez puestos los parámetros de lo que es la historia, ésta se lee en un suspiro gracias a un buen ritmo narrativo, acompañado de continuos flash back que van resolviendo progresivamente las incógnitas del inicio. Lo que más choca es ver a un Lex Luthor extremadamente paternal y no tan odioso como en otras ocasiones, por otro lado encontramos a una Lois felizmente casada con Clark y a un Superman con todos sus principios intactos. La escena esta situada en Metrópolis, pero toda la trama viene de lejos, un siglo atrás, en aguas del Caribe se hunde un barco italiano y a partir de aquí empezaremos a conocer hechos insólitos. Iremos dando saltos desde la ciudad del Daily Planet hasta Nápoles, pasando por una ruta hacia Oriente a finales del siglo XIX. Se acaba un siglo y también se acaba el siguiente, lo que podemos llamar el presente de la historia. El mal estaba latente y despierta para poner en jaque a la humanidad, es el momento de que aparezca Superman e intente aclarar las cosas. Es justo destacar las bonitas escenas dibujadas por Stuart Immonen, en las que aparece una deliciosa nevada entrañable. Lo más interesante sin duda es el trazo diestro del dibujante, dotando a los personajes de mucha vida, sobre todo en las imágenes antiguas, en las que el apartado visual de la obra salta a la vista, valga la redundancia. La historia se centra en varios personajes, por un lado están los misteriosos personajes que buscaban la inmortalidad desde su Italia natal, por otro tenemos a Lex Luthor y a Superman cuyos caminos se juntan una vez más, aunque esta vez no son tan opuestos. El tema principal que encontramos es el de la vida eterna, una quimera que nos ha perseguido a lo largo de la historia y que de momento nadie ha conseguido, al menos que se conozca, también está la esencia del mal, todo un clásico, esta vez esta representado en uno de los personajes, el hijo de la condesa napolitana. Frente a estos dos sentimientos esta el del valor de la vida, todas las vidas, incluso las de los asesinos tienen el mismo valor, de ahí que Superman, siempre con buenas intenciones, salvara el pellejo de su adversario en una ocasión y lo volvería a hacer una y mil veces más. El final es bastante peliculero, con el enfrentamiento entre los dos seres más poderosos y un autobús de por medio, con esta escena se pone el colofón a esta aventura que si no es una obra maestra imprescindible, si que es un cómic agradable de leer y que mantiene la emoción por sus saltos de tiempo y lo antagónico de sus personajes. Merece la pena pasar un rato entretenido a costa del buen hacer de Stuart Immonen.

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