lunes, 13 de julio de 2009

La espinaca de Yukiko


Las historias de amor pueden ser redundantes y monótonas, o tal vez originales y con un encanto especial. Esta obra de Frédéric Boilet la podemos incluir dentro del segundo apartado. Con un dibujo basado en una especie de bocetos realistas, como si estuvieran directamente sacados de fotografías nos va mostrando una especie de autobiografía que nos relata una relación pasajera, pero llena de intensidad. El relato está contado por un dibujante de cómic francés que reside en Tokio, una interesante coincidencia, pero la protagonista absoluta es una chica que conoce y que desde ese preciso momento acapara todos sus sentidos. Se convierte en su musa, su modelo perfecta para un nuevo cómic. La química entre los dos se percibe desde el inicio y una atracción fuera de lo común les lleva a entablar una relación en contra reloj. Desde el principio su amor tiene fecha de caducidad y deciden aprovechar cada momento y el dibujante se fija en cada pequeño detalle de su modelo y amor fugaz. Cada defecto de su físico la hace especial y con sutiles juegos de palabras entre los idiomas japonés y francés vemos como esas anécdotas dan pie para el título del cómic. Sabe trasmitir perfectamente la ilusión del inicio de una relación, ese momento álgido que el tiempo todavía no ha tenido tiempo de matar. Los sueños y la imaginación se funden en los dibujos mientras los días alegres acaban tristemente ya que se acerca el momento decisivo en el que se ha de tomar una decisión. Seguir con el idilio o empezar de cero, es una decisión que no corresponde tomar a nuestro amigo que se encuentra a merced de la sirena que lo ha hipnotizado con su canto. Si original es el inicio y el transcurso de la obra, no lo es menos es desenlace, muy optimista, sin tragedia ni drama. La vida continúa con sus sorpresas agradables que hay que saber disfrutar, como este cómic agradable, ligero, de pocas palabras, muy íntimo y recomendable.

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