lunes, 31 de agosto de 2009

Video girl Len


Se trata de una especie de epílogo que nos regala Masakazu Katsura en el que nos muestra otro muchacho con problemas amorosos que encuentra su video girl particular que le ayudará a superar traumas de la infancia que le impiden enamorarse. Son aventuras como las ya relatadas en el grueso de la saga, con continuas idas y venidas entre jovenes que parecen ajenos al mundo real en el momento en que su corazón es traspasado por las flechas de Cupido. Tiene su encanto por darnos a conocer un poco como ha acabado Yota Moteuchi tras su odisea particular que tanto tiempo nos robó. Sigue la lectura agradable y al ser mucho más corta tampoco se hace demasiado pesada su lectura a pesar de ser un poco más de lo mismo, aunque con otros rostros. La verdad es que es difícil abandonar a los personajes de la anterior entrega y ver a estos otros y sus problemas. Eso es un hámdicap bastante notable que no quita para que la historia se disfrute también en buena medida, porque al fin y al cabo cuesta despegarse definitivamente del mundo de Video Girl. En definitiva, es como un colofón con mucha menos tensión pero agradable y simpático com no podía ser de otra forma.

domingo, 2 de agosto de 2009

Video girl Ai


Ai no es una chica convencional, eso nos lo explica bien Masakazu Katsura a lo largo y ancho de los trece tomos que encontramos bajo el título de Video Girl Ai. Esta historia es tan fantástica como lo es el interior de la mente de un adolescente, un mundo paralelo al real que cada uno de nosotros tenemos y que no nos abandona nunca del todo. El tema principal es el amor y la amistad, unos sentimientos difíciles de disimular y que bien aderezados pueden dar lugar a una historia amena, divertida, intensa, entrañable y, por qué no decirlo, encantadoramente empalagosa. Un chico tímido y enamoradizo, Yota Moliga, encuentra un extraño consuelo a su mal de amores. Un día alquila una cinta de vídeo y de la pantalla sale una jovencita que se ofrece a que su vida sea algo más llevadera. En fin, que lo que se inicia de una manera tan simpática se convertirá en una odisea de sentimientos capaz de atrapar al lector en sus idas y venidas, por su entrañable ingenuidad y la naturalidad con la que actúan los personajes. Vamos que es como asistir al mítico instituto de Grease pero con alumnos adolescentes y no de más de treinta y cinco años. A pesar de ser una historia netamente amorosa, cual culebrón japonés, no hay que olvidar escenas impresionantes de una épica arrebatadora que podrían ser metáforas de la vida misma, en las que el joven lucha hasta la muerte por su defender el amor verdadero. Es digno de mención, a su vez, la particular visión del paraíso, un lugar que en vez de ser místico es lo más parecido a una empresa, con su jefe, encargado y peones, toda una comparación que tiene mucha miga. En fin, que tenemos un regalo en forma de trece tomos donde podemos degustar un manga de excelente factura, emotivo, con unos personajes muy bien creados y desarrollados y un dibujo de una expresividad extrema que deja en la retina del lector momentos inolvidables. Por otro lado tenemos también la certeza de la maestría del autor al dibujar la anatomía femenina, da igual el plano, sus dibujos son perfectos y provocativos. En definitiva, una historia bien relatada que por momentos nos desesperará por la extrema bondad de los protagonistas que tienen un galimatías en su cerebro de órdago. Ahí queda para el recuerdo ese Yota Moliga, Ai Amano y ese mítico vídeo noventero que demuestra ser un aparato que con el paso de los años ya empieza a tener ese encanto ancestral de los aparatos que han acabado en desuso. De momento no es el gramófono, pero con trabajos como el de Video Girl puede colocarse a su nivel, tal vez una década de éstas.