Art es un dibujante de cómic. Su próximo proyecto es hacer una novela gráfica basada en la vida de su padre Vladek, un superviviente de los campos de concentración nazis. La relación entre padre e hijo, que desprende una mezcla de amor, admiración, tensión y discrepancias, esta muy bien definida a lo largo de todo el relato. Vladek se ha convertido en un obseso ahorrador, rácano y que aprovecha cualquier cosa que le pueda ser de utilidad. Llegó ya mayor a Norteamérica, por eso, tiene un entrañable acento polaco en su inglés. Esa será una de sus características recordadas con más cariño. Su amor de toda la vida y primera esposa Anja, se suicidó años atrás. Esa mujer siempre ha estado en sus pensamientos, pero pese a todo, volvió a casarse con otra emigrante, Mala. Su hijo Art es un joven que ha crecido con comodidad y sin pasar penurias, tiene un trabajo que le gusta y un vicio que no puede evitar, es un fumador empedernido. Su esposa Françoise, se convirtió al judaísmo para contentar a su suegro. En el pasado de Art hay varias cosas que le atormentan, por un lado esta la pérdida de su madre, por otro el pasado doloroso de sus padres en el holocausto nazi y en medio de todo esto esta la presencia invisible de un hermano mayor que murió en la guerra y al que no llegó a conocer. De él solo quedaba una foto en la habitación de sus padres. Vladek es un hombre entrañable, con todos sus defectos, un personaje muy expresivo, muy bien construido y que, de hecho, parece el padre de todos los lectores. Las diferencias entre las dos generaciones es palpable y es Art el que se lleva los mayores disgustos al no aguantar ciertas manias de su progenitor. Mientras tanto Vladek le va contando detalladamente su vida desde que era un joven con muy buena planta al que comparaban con Rodolfo Valentino. Geográficamente hablando también esta muy bien documentada, todo explicado de una forma entendible y que te situa siempre de manera eficiente. Son los buenos tiempos en su Polonia natal, el inicio de su relación con Anja, sin problemas económicos, en definitiva, una situación bastante desahogada. Casi de puntillas van apareciendo los primeros comentarios sobre los alemanes, pero todo parece que no les vaya a afectar, ocurre lejos. Pero en un viaje en tren a un balneario en Checoslovaquia, ven con estupor como ondea una bandera con una esvástica en lo alto de un edificio situado en la plaza de un pueblo. Más tarde Vladek será llamado por el ejército polaco para defender la frontera y desde ese instante ya nada volverá a ser como antes. Llega la cruda realidad, los guetos, el hambre, el miedo, la miseria. No hay libertad y tú también caes en manos de los nazis, pues a esas alturas, la narración te ha traspasado y eres un “maus” más. La grandeza reside también en que explica las consecuencias de esa catástrofe en los que llegaron con vida al final de la guerra, cómo esos hechos les afectaron, cambiaron su vida y las de sus familias. Y en medio de todo una historia de amor inmortal, la de Vladek y Anja.
Una tras otra podemos encontrar situaciones impactantes que sacuden el corazón. Jamás olvidaré el proceso de selección en el estadio, ni los cuerpos de las tres personas colgadas en el gueto por traficar con cupones de racionamiento, ni esa bandera ondeando en ese pueblo de Checoslovaquia, tampoco ese cómic transgresor que cuenta lo ocurrido cuando la madre de Art se suicida, ni ese camino en forma de cruz gamada por el que nos conducen nuestros protagonistas, ni cuando ve las fotos de sus familiares y amigos que no superaron la guerra, ni por supuesto, el inicio de la segunda parte de la historia, cuando los periodistas buscan respuestas en boca de Art, tras su éxito al publicar la primera entrega, sobre una montaña de cadáveres. Hay momentos que te dejan sin respiración, es cuando aparecen de sopetón tres fotos reales, la primera es la de su hermano muerto, la segunda la de su madre y la tercera y más significativa, la del propio Vladek. Vemos en una viñeta que no hablamos de ratones ni gatos, no hay cerdos, ni perros, ni ciervos, se trata de seres humanos. Una pequeña viñeta, casi insignificante, define perfectamente la magnitud de ese desastre, reflejando lo que puedes encontrar el este cómic, en el bocadillo pone: “Miles, cientos de miles de húngaros estaban llegando allí en aquella época.” El dibujo es una chimenea por la que sale un humo negro. Es simplemente impresionante, te traspasa con sencillen e ingenio. La relación padre e hijo, es tan buena como la parte dedicada a Vladek en la guerra, en ella ves autenticos seres humanos dibujados con cuatro trazos, es la vida misma, por eso esta obra es de esta magnitud, porque no se limita a la morbosidad de los acontecimientos, va más allá, describe como una película, relata como un libro, entra dentro de ti y se hace inolvidable.